Cuando hace veinticinco años algunas personas vieron agitados sus espíritus de una forma viva y vigorosa con la idea de dotar a nuestra ciudad de un centro de estudios universitarios, apenas podían vislumbrar el enorme alcance de su iniciativa. Un cuarto de siglo, desde una perspectiva humana, equivale a una generación, pero cuando hablamos de una institución unversitaria es apenas el tiempo justo para dotarla de unos sólidos cimientos. No es el caso de nuestro Centro Asociado de la Uned, que desde sus incios se ha mostrado como una institución plenamente consolidada, de una eficiencia plena y siempre dinámica. Pero de lo que no hay duda es de que aquel fue un momento feliz, de los que marcan el futuro de una ciudad, de los que la honran y dignifican de una manera especial. Por fortuna aquella idea encontró una tierra fértil para poder fructificar a través de las instituciones que le dieron su apoyo e inmediatamente dio sus frutos generosos.
«De todas las cosas que se mueven, la que más se mueve es el saber», reza el lema de la Uned, tomado acertadamente del Libro de la Sabiduría. Con él nos envía un noble mensaje. En primer lugar, nos muestra la verdadera esencia del auténtico conocimiento. El conocimiento no es propiedad de nadie, es de suyo difusivo, no se agota nunca, porque se acrecienta indefinidamente al compartirlo. Nos indica igualmente que el intercambio y la difusión de los conocimientos y no las mercancías o territorios, son la clave de la riqueza. Con ello queremos poner de manifiesto que dotar a nuestra ciudad de un centro universitario fue un acto de una gran trancesdencia. Además de un centro permanente de irradiación y dinamización cultural, se creó un caudal de verdadera riqueza.
Justo es también reconocer junto al esfuerzo de las instituciones que desde el primer momento lo enten-dieron así y colaboraron generosamente en la materialización de una idea providencial, el de todas aquellas personas que a lo largo de este primer cuarto de siglo han conseguido con su dedicación que nuestro Centro Asociado sea reconocido por todos como ejemplar.
A nosotros desde este medio humilde pero ferviente que es El Cruzado Aragonés, que hemos sido fieles testigos de su devenir a lo largo de esta etapa, nos cumple el grato deber de felicitarla y animarla para continuar en ese laudable esfuerzo por crear un espacio libre y abierto para un saber accesible a todos los ciudadanos.