Hasta hace poco más de un año para mí, y sospecho que para muchas más personas, el nombre de Jesús Moncada estaba indisolublement unido a la literatura. Sabía de él que era un extraordinario narrador, premiado y traducido a numerosos idiomas, más conocido en Cataluña, su tierra de adopción, que en Aragón, su lugar de nacimiento. Que las Instituciones y los profesionales de la literatura en nuestra Comunidad Autónoma lo tenían muy presente y le habían concedido el Premio de las Letras Aragonesas en el año 2004 y que desafortunadamente, con mucho todavía por hacer, había fallecido en el verano de 2005...
La sorpresa apareció cuando recibí un pequeño catálogo publicado por el Museo de Arte Moderno de Tarragona en el que bajo el emotivo título L'univers pictóric de Jesús Moncada (El universo pictórico de Jesús Moncada) presentaba en sus Salas una Exposición de dibujos y pinturas realizados por el autor de Camino de Sirga. Personajes del mundo literario creado por el narrador aragonés cobraban forma en algunas de la obras que aquel catálogo ponía ante mis ojos. Indagando algo más, casi al unísono, tuve acceso al libro/homenaje que acababa de ser publicado, por el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Mequinenza, coordinado por Ramón Acín: Jesús Moncada, su universo literario, en el que óleo y dibujos del escritor se habían tomado para ilustrar los diferentes capítulos.
Jesús Moncada nace en Mequinenza en 1941 y regresa a su lugar de origen para ejercer como Maestro tras haber estudiado en Zaragoza Bachillerato y Magisterio. Se traslada a vivir a Cataluña en 1966, el mismo año que las aguas del pantano inundan Mequinenza. En Barcelona escribe y pinta; acaricia la idea de vivir de la pintura y expone en varias muestras individuales y colectivas. Establece una relación de amistad con el gran narrador catalán Pere Calders, recién regresado del exilio mexicano al que le muestra sus escritos. Las cartas estaban echadas: a partir de este encuentro, el genial artista multidisciplinar que Jesús lleva dentro se decanta definitivamente por la literatura, y el catalán, la lengua de su infancia, la que se habla en esa parte de Aragón donde él nació se convierte en el idioma con el que mejor transmitirá sus vivencias y
emociones. Pronto le empezarán a llegar los reconocimientos..
Aunque Moncada siguió dibujando hasta su muerte, numerosos lectores guardan con especial cariño las dedicatorias de sus libros en las que solía dibujar alguno de sus singulares personajes. La literatura fue su gran pasión, a la escritura y a la traducción dedicó todos sus esfuerzos. La poética ganó lo que, sin duda, la plástica perdió. Sabemos lo que pintaba en los setenta; ahora, desde nuestro conocimiento posterior, no resulta complicado entrever sus influencias: Franz Marc, George Grosz, Hernst o Bacon, y algunos otros artistas extranjeros, desconocidos por entonces para la inmensa mayoría de los jóvenes artistas españoles. Pero, desafortunadamente, lo que nunca nos será dado saber es qué hubiera sido lo siguiente y cómo habría evolucionado su pintura tras unos inicios tan esperanzadores. Cómo hablaríamos ahora de Moncada si, en la batalla inicial, hubieran sido el lápiz de dibujo y el pincel quienes hubieran salido vencedores.
Que esta hermosa tierra nuestra, Aragón, que ha dado innumerables personajes singulares en los más variados campos de las artes y las ciencias, no siempre ha respondido como dama generosa, ni se ha implicado con especial ahínco en la promoción de sus mejores brotes es algo bien sabido. Desde la Universidad Nacional de Educación a Distancia, con voluntad, firmeza y perseverancia, -llevamos años en el empeño- queremos contribuir a dar el protagonismo merecido a todo cuanto hay -y vaya si lo hay- de bueno en esta tierra. Porque si hay algo aún más perverso que ensalzar lo mediocre es, sin ninguna duda, soslayar lo bueno.
La singularidad de la Exposición que presentamos, primero en el Centro de la UNED en Barbastro y que con posterioridad viajará al de Calatayud, es manifiesta. Por primera vez en Aragón -y creo no equivocarme- se efectúa una Exposición en la que la obra pictórica de Jesús Moncada es la protagonista absoluta de la muestra y no al revés. Por primera vez también, los paneles que nos hablan de su mundo literario servirán de complemento a la pintura para quienes aún no hayan descubierto los placeres que puede deparar la lectura de Moncada. Esperamos contribuir de esta manera a dar a conocer la extraordinaria figura de quien sin duda ha sido uno de los narradores españoles más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX.
No me resisto a reproducir en este texto algunas de las frases que, con la capacidad emotiva que le caracteriza, Antón Castro le dedicó a Moncada tras su muerte: "Descansa, vuela, reposa, querido Jesús, prosista moderno y amigo de tantos amigos, de tantos escritores, y sabe que la inmortalidad es tu divisa, tu testamento. Contigo, la literatura obra el maravilloso milagro de abarcarnos y hacernos navegantes y taberneros y criaturas de la Mequinenza de ficción que has inventado para siempre. Que no te asuste entrar de puntillas en la eternidad... ".
María Jesús Buil Salas
Directora de la Sala de Exposicione
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