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Efectuar una selección
de postales de Barbastro, de la magnífica
colección que Alfredo Ezquerro Solana
guarda, no ha sido tarea fácil. La dificultad
surge con aquéllas que se ha hecho necesario
no incluir, -puesto que, tanto el espacio expositivo
como las limitadas páginas del catálogo
que tiene en sus manos nos lo exigen-, y es
que todas nos gustaban.
Nos gustaban y nos gustan
porque, como bien explica Juan Carlos Ferré
en su escrito, la ciudad, Barbastro, sus calles
y sus gentes, los edificios que conocimos en
la infancia y ya no están, o aquéllos
otros de los que nos hablaron nuestros padres
o abuelos y nos fueron descritos con tanta minuciosidad
y afecto que quedaron atrapados en esa memoria
inventada, inexistente, pero tan real, incluso
más a veces, que la que nos otorga las
vivencias personales, estaban ahí fijados.
A la hora de justificar
su interés por coleccionar postales Alfredo
Ezquerro comenta: Quería preservar la
imagen de edificios que la demoledora piqueta
iba derribando en aras de un mal entendido progreso.
Lanzar mi grito de protesta ante la desaparición
de auténticas joyas urbanas que iban
siendo sustituidas por funcionales bloques de
apartamentos.
Esa transición es
la que queda recogida en estas páginas.
En algunas ocasiones, -las menos- el espacio
urbano queda sensiblemente mejorado. En otras
muchas -casi todas- lo que la piqueta derribó
sin miramientos vuelve a nosotros como una bofetada
a la conciencia. Estas postales son aldabas
que nos recuerdan cómo podría
ser nuestra ciudad si la especulación
y la ignorancia no fueran tan... el pan de cada
día.
María Jesús
Buil Salas
Directora de las Salas de Exposiciones de la
UNED de Barbastro
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