Tránsitos es
el título con el que Pep Carrió nos presenta sus obras en la Sala de
Exposiciones del Centro de la UNED en Barbastro y en absoluto me resulta intrascendente; tránsitos,
así, en plural: travesía, paso, movimiento, circulación de gentes. Pero también
pasillo, o corredor de convento, paso de un estado o situación a otro y, cómo no, paso
de esta vida a la otra, o sea muerte.
Esa obsesión por las tres
dimensiones como espacio en el que nos movemos los humanos. Cajas que contienen elementos
y objetos con los que nos arropamos en el tránsito. Cajas que nos contienen
encerrados en el tiempo y el espacio. Espacio conocido, acotado, enrejado... pero también
espiral, laberinto, giro...
Pep Carrió, a
la manera de Cristian Boltanski, utiliza imágenes y objetos como elementos de
reinvención del tiempo pasado, del que ya fue, pero además como documentos de reflexión
sobre el futuro, el que será. Sus cajas son alegorías que nos remiten a la lejanía de
la memoria, recrean sentimientos de pérdida. El paso ineludible del tiempo nos conduce al
fin inexorable. De tránsito: que está solo de paso, para ir a otro sitio, nos
dice el diccionario; ¿habrá otro sitio?, sin reloj, sin tiempo, sin espacio... sin
preguntas.
Como artista conceptual, (no
olvidemos que el concepto es una idea abstracta y general) Pep Carrió
asocia en sus trabajos imágenes con objetos y a diferencia de Joan Brossa, los introduce
en un espacio acotado. Quienes se acerquen a contemplar esta exposición a la Sala de la
UNED en Barbastro es posible que se pregunten ¿qué nos quiere transmitir? El autor en
absoluto pretende captar la imagen real/externa del individuo sino la interna, no por ello
menos real. Los sugerentes títulos de muchas de sus obras: Ciclo, Estación,
Pasajeros, Trayectoria, nos provocan e invitan a la
reflexión porque la materialidad termina subordinándose a la idea, que es finalmente la
portadora de significados.