Esta exposición es un doble reconocimiento. Un reconocimiento al siglo que acaba de pasar, a cien años durante los cuales las mujeres han cambiado el mundo, la Historia, y nuestras vidas. Y un reconocimiento personal a cien de las mujeres que hicieron posible esta transformación.

El proceso de propuestas, selección y decisión ha sido largo y en sí mismo un gran trabajo colectivo y político. El Consejo de la Mujer, que agrupa a las asociaciones de mujeres de la Comunidad de Madrid, y preside Begoña San José, lo inició y lo ha dirigido, buscando por encima de todo la participación y el acuerdo de las asociaciones, que son de muy distinto tipo. Así, lo que al principio parecía un método de selección demasiado subjetivo se ha convertido en una lección: ha sido desde los grupos de mujeres desde donde se han propuesto y defendido qué mujeres fueron decisivas en la consecución de la igualdad en nuestro siglo. Como historiadoras, nosotras hemos propuesto a las que la investigación histórica ha descubierto y estudiado. Al presentar una lista que suma visiones tan dispares (que incluye a políticas, pero también a artistas y científicas, a mujeres conocidas junto a completas desconocidas, a mujeres de tradiciones políticas completamente opuestas), estamos haciendo un acto de política feminista. Estamos diciendo que, a pesar de lo mucho que podía separar a estas mujeres, les unió algo fundamental, exactamente lo que celebramos aquí: les importó la situación de las mujeres y lucharon por mejorarla.

Lo hicieron de maneras muy distintas, y eso es algo que también reivindica esta Exposición: que no habido una única manera de luchar por la igualdad. Algunas de las mujeres que están aquí han organizado grupos feministas, han hecho campañas, escrito propaganda, discursos, manifestaciones... Han hecho política a la manera clásica, trazando una estrategia, buscando aliados, marcándose objetivos y siendo flexibles cuando era necesario. Quizá nadie representa mejor este activismo que Clara Campoamor, la mujer que consiguió la victoria política que hoy celebramos por encima de todas, la victoria del voto en las Cortes republicanas del 1 de octubre de 1931, que permitió por primera vez a las españolas ser plenas ciudadanas.

Pero algunas de las mujeres que están aquí no han tenido jamás una actividad pública, no han sido activistas, quizá ni siquiera se han ocupado de la política como es entendida tradicionalmente. Pero están aquí porque la sociedad se cambia de muchas maneras, y ellas han contribuido a cambiarla a la suya: siendo artistas o científicas en momentos en que la opinión convencional decía que las mujeres no tenían capacidad para serlo. Creyendo en sí mismas, en su propia inteligencia y capacidad, cuando nadie más creía en ella. Haciendo su vida de forma original, a contracorriente, demostrando con hechos que podían hacer lo que se propusieran, que no aceptaban los límites que les imponía la tradición, la ciencia misógina, la Iglesia, las leyes..., creando modelos nuevos, desafiando las convenciones (incluso sin proponérselo), inventando formas nuevas de vida, de trabajo, de relaciones, han ayudado infinitamente a las que hemos venido después, que ya siempre hemos tenido a quien admirar, a quien recordar, a quien seguir.

Este es un acto, en primer lugar, festivo y emotivo: nos invita a conocer a 100 mujeres y, a través de ellas, a miles más, a las que fueron y son sus compañeras en los grupos que crearon, en las profesiones que eligieron. Nos invita a reflexionar y a alegrarnos de cuánto mejor es nuestra vida hoy, cuánto más libres, capaces y dueñas de nuestras vidas somos todas hoy, gracias a que estas y otras muchas mujeres soñaron cómo debía ser el mundo y trabajaron para conseguirlo. Nos invita a conocer sus nombres, rostros y vidas, los obstáculos que encontraron, y a interrogarnos sobre el silencio y el desconocimiento que hoy tenemos sobre la mayoría de ellas.

Pero esta Exposición, la idea de organizarla, la forma en que se ha hecho, y el apoyo que ya ha recibido, constituyen también un acto eminentemente político: porque hacer la Historia, construirla, decidir qué personas, qué ideas, qué acontecimientos tienen que estar en ella, es político. La mayoría de las mujeres que aparecen en esta Exposición no está en los libros de Historia, y no está porque lo que hacen las mujeres, no importa lo valioso o determinante que sea, no es valorado. Por tanto, es un acto político recordar y valorar públicamente a las mujeres, porque es lo contrario de lo que nos han enseñando a hacer y hace cambiar nuestra mirada y la de los demás. Y es un acto político, por último, porque las mujeres que hoy recordamos con esta Exposición vivieron o viven sin plegarse al modelo de mujer que la sociedad imponía o sugería: muchas de ellas, especialmente en épocas en que nuestra sociedad era menos tolerante, fueron tratadas como locas y extremistas, marginadas y marcadas. Luchar por cambiar las cosas nunca es fácil, tiene costes, y ellas los pagaron.

Esta Exposición no quiere limitarse a recordar. Conocer el pasado tiene que servirnos para mirar a nuestro alrededor y ver lo que está pasando. Es cierto que hoy nuestros derechos civiles están garantizados y nuestras posibilidades son mayores en todos los sentidos. Pero también es cierto que procesos sociales y económicos que están ocurriendo en nuestra sociedad se están cobrando cada día muchas víctimas, y que la mayoría de ellas son mujeres. La creciente desigualdad económica, que se produce desde que en los años 80 se empezaron a desmantelar las políticas de Bienestar, afecta sobre todo a mujeres, que son la inmensa mayoría de los nuevos pobres. En España el paro nos afecta el doble que a los hombres; los bajos salarios, los contratos basura, el trabajo sumergido, la falta de vivienda, la poca cualificación, afectan sobre todo a mujeres. Es imprescindible que luchemos contra todo esto, que entendamos que las políticas públicas son la única garantía para que millones de mujeres puedan salir de las carencias que padecen: cuando se construyen viviendas públicas, se crean líneas de transporte público, se dotan escuelas públicas, se garantizan las pensiones y la cobertura médica, las mayores beneficiadas son las mujeres, precisamente porque son quienes menos recursos tienen.

No es posible avanzar sin conocer nuestra Historia, sin conocer gracias a quién estamos hoy aquí. Pero no tiene sentido recordar y conocer si no es para trabajar y cambiar lo que hoy no funciona. Lo que todavía hoy sigue atando a tantas mujeres a la pobreza, la violencia y la ignorancia.

Carmen Sarasúa
Comisaria de la Exposición

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