PRESENTACIÓN por Ricardo G. Prats

“Los dos, descalzos, buscando el horizonte” es el nombre que José Luis Lasala da a una de sus últimas obras, título que le ha llevado a unas poéticas palabras del músico e intérprete Richard Cocciante. En ésta y en la mayoría de las obras de la muestra podemos disfrutar las vibraciones de sus obras más recientes. El artista se siente cómodo en su quehacer pictórico.

Lasala, pintor que evoluciona pausadamente, está saliendo de su discurso anterior. En “Viaje por la epidermis” jugaba con la ambigüedad. Nada es lo que parece o todo es más sencillo de lo que pensamos. Daba sentido a las impresiones producidas por sus preferencias literarias. La plástica giraba en torno a decididos trazos, a profundidades lejanas. Era como si nos trasladáramos a las atmósferas y fastuosidades del veneciano Tiépolo, a las nubes en que se apoyaban sus personajes, a los colores alegres y nostálgicos del dieciocho.

En las últimas obras Lasala emprende otra vereda. Empieza a utilizar un discurso poético propio, a la vez que sigue recreándose en el juego de frases literarias prestadas. Una excusa y un recurso para identificar obras de una plástica que se sustenta sólida por sí misma. Así aparecen obras conectadas con Cortázar en “Rayuela”, con Ildefonso Manuel Gil, en la “La muerte hace su agosto”, con Valle Inclán en “Tirano Banderas”.

En su propia poética podemos citar a “Anochece en el Puerto Mingalvo” o “Nadie recuerda en Karbala que tras el caos se esconden las estrellas”. La primera plasma la sensación vivida en una nevada tardía. La última es una obra tormentosa. Los colores muestran la fuerza de la tragedia. Aquí la pintura, el arte, se ha inclinado hacia la ética. La estética ha plasmado, como si se tratara de una tormenta inapropiada, el rechazo a la injusticia de la última guerra de Iraq. Lasala ha plasmado el compromiso ético, que no es otro que la búsqueda de las estrellas. Siempre hay una estrella tras el caos, tras la tormenta.

Hablaba al principio de esa obra con nombre de estrofa de Richard Cocciante, “Los dos descalzos, buscando el horizonte”. El horizonte, otra palabra con sentido de estrella, de compromiso. Tras pintar la obra, Lasala se quedó pensativo. Algo le indicaba un pasado. Hablaba con la música, con la niebla y el frío, cuando descubre que la pintura le recuerda otra pintura de sus tiempos minimalistas, un acrílico de 1975 con una composición semejante. ¿Querrá decir algo la coincidencia?. Con toda seguridad. La rueda de la vida sitúa al artista, -nos sitúa a todos- pasado 30 años, en circunstancias parecidas.

Pero mejor pensemos en la estética. Lasala en sus últimas obras, plasma la nostalgia, el gozo, el tormento, el caos. La técnica de sus obras, siempre depurada, le lleva a una pintura gestual, de planos entremezclados por el color y, si siempre había utilizado una pintura que se deslizaba por la tela gracias a la trementina fluida y abundante, ahora, además, utiliza el disolvente en forma de goteo sobre la tela pintada. El efecto ofrece impresiones plásticas sorprendentes.

Al borde del principio.

 


NADIE RECUERDA EN KARBALA QUE TRAS EL CAOS SE ESCONDEN LAS ESTRELLAS
2004

Óleo y madera sobre lienzo
150x150 cm.
 
ANOCHECE EN EL PUERTO MINGALVO
2002

Óleo y madera sobre lienzo
120x120 cm.
 
LA MUERTE HACE SU AGOSTO 2004
Óleo y madera sobre lienzo
120 x 120 cm.