Desde
su nacimiento, la publicidad se ha servido de
la imagen de la mujer de acuerdo con su objetivo,
que es más seducir y fascinar que convencer.
Y la mujer es lo que seduce al hombre. Aunque,
la mujer, ha alcanzado tan altas cotas en su función,
el cultivo de la belleza y el arte de la seducción,
que se seduce a sí misma, además
de a todo lo que toca.
En
la publicidad el acabado es siempre perfecto.
Incluso cuando le interesa parecer descuidada
o «natural», cada elemento del ambiente:
el aspecto, el atuendo o el gesto de las personas,
se integra en la composición sintética
pero redonda de una idea, una propuesta que quiere
ser una fantasía o un deseo posible para
un sector de potenciales consumidores/as. El análisis
que contiene de la vida, los valores, los sueños,
etc., de los públicos, y la manera en que,
con ellos, da forma a una nueva propuesta, la
hacen extraordinariamente interesante para el
conocimiento de nuestro mundo.
Pero
su interés no está en verla como
«espejo» de los modos de vivir, de
pensar y valorar propios de estos días,
sino en ver cómo se incorpora a ellos desde
su propia lógica. Recurre a los símbolos
asentados y de eficacia segura. Pero tiene que
renovarlos: tiene que buscar las fallas en la
perfección de las vidas, los comportamientos
hoy excepcionales o extraños, pero susceptibles
de iniciar un modelo apetecible para muchos, o
incluso aquellos que son rechazados desde los
valores que nos vinculan, pero secretamente deseados
(o que llegarán a serlo, con la ayuda de
la publicidad).
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Según
lo que vemos en la publicidad, los hombres y las
mujeres desean cosas distintas y también
esperan, ellos de ellas y ellas de ellos, cosas
muy diferentes. Los hombres, atléticos
y triunfadores casi siempre, tal vez tengan una
familia, pero no dejan de soñar con emociones,
camaradería y hermosas mujeres que se rinden
a su atractivo sólo por el tiempo que dure
su deseo. Las mujeres, bellas y dulces siempre,
desean familia, hogar y un amor que no sucumba
ante un atractivo ajeno o ante el decaer del propio.
Todo
esto sigue como siempre. Pero asoman deseos no
conformes con estos modelos: un fuerte deseo de
autonomía, igualdad y libertad en las mujeres;
un respiro del papel de líder seguro y
firme en los hombres.
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