Un papel en blanco atrapado en el rodillo
de una vieja máquina de escribir. Un lienzo en blanco parapetado en un caballete. La
pantalla en blanco del ordenador dispuesta a recibir los impulsos del teclado. Un trozo de
piedra. Un bloque de arcilla... La mayoría de los materiales y/o elementos que nos rodean
son susceptibles de convertirse en soporte de una obra de arte, o cuanto menos en ser la
base para poder expresarnos en un momento determinado.
Imagino, puesto que no soy
un artista, la sensación del libertad que deben experimentar éstos al
tener delante un soporte inmaculado y todo un mar de posibilidades para
poder transmitir al mundo lo que pasa por sus cabezas y su imaginación en
ese instante.
Aquí es donde, a mi
entender, radica la importancia de este Premio Nacional de Expresión
Plástica que este año 2000 llega a su tercera edición.
Sintetiza y representa la
creatividad de nuestros jóvenes. Nos enseñan por dónde discurren las
tendencias del arte actual, un arte variopinto que utiliza por igual las
diferentes técnicas de pintura, grabado, dibujo, fotografía, vídeo,
telas, esculturas... y que nos dejan entrever las distintas fuentes de
donde han bebido en su formación.
En convocatorias como la
actual y premios de similares características, si bien es cierto que no
abundan, encuentran el marco ideal para obtener la segunda de las
recompensas por su obra, ya que la primera, entiendo que es la propia
creación en sí. La recompensa no es otra que la disposición de una
buena Sala de Exposiciones como la que estos días acoge esta selección
de trabajos. Un lugar amplio, preparado y acondicionado para ello, y junto
con la edición de éste catálogo, es lo mínimo que desde las diferentes
instituciones podemos aportar para facilitar los primeros pasos a estos
jóvenes artistas.
Va para ellos mi más
sincera felicitación, a la vez que les animo a seguir participando e
investigando en la mágica senda de la expresión plástica.
Antonio Cosculluela Bergua
Presidente de la Fundación 'Ramón J. Sender'