Presentar en Barbastro la obra de un artista
como Chema Durán no es tarea fácil, y no lo es porque no en baldé él
es de aquí y para mucha gente es un personaje de sobras conocido. Dicho esto, cabe
también pensar que en la ciudad donde nació se sabe más del personaje que de su obra,
de ahí pues la necesidad de esta Exposición.
De las piezas que ha traído a la Sala de
Exposiciones del Centro de la UNED en Barbastro se pueden comentar muchas cosas.
Seguramente quienes la visiten se sorprenderán ante tanto color, tanta dulzura no exenta
de crítica, tanta sensibilidad como emanan las obras de Durán. Tan
pronto nos recuerda la sutileza de un Torres García como la musicalidad de Klee, las
composiciones geométricas iniciales de Malévich o el punto de picardía de Picabia, sin
dejar por eso de ser en ningún momento él mismo. Es probable sin embargo que donde nos
encontremos al mejor Chema Durán sea en sus collages, composiciones
armoniosas y cuidadas, con un lenguaje simple pero carente al mismo tiempo de ingenuidad,
en los que se superponen y mezclan elementos de variada procedencia al mejor estilo dada
con ligeros toques surrealistas muchas de las veces.
Del personaje, aquí en su casa, no hay que
comentar nada "La posición del artista en la sociedad es incómoda, -sobre todo
si no acepta convertirse en un productor de mercancías- y su hostilidad hacia el sistema
social dominante es, en ocasiones, manifiesta" nos dice Simón Marchan. Cuando
el Arte se ha demostrado un arma incapaz por sí misma de transformar la sociedad, nos
queda todavía el disfrute de la contemplación y la obra de Durán se
nos ofrece como una isla placentera donde el tiempo se detiene cuanto queramos, dejémonos
pues encantar con sus juegos cromáticos, sus ritmos, su armonía, su metalenguaje...
Fuera de la Sala de Exposiciones queda "lo
de siempre".
María
Jesús Buil
Directora
de la Sala de Exposiciones.